Una generación en los andes

viaje montañismo

El por qué recorrer los andes a veces no tiene una explicación, simplemente se da esa conexión, esa motivación que nos hace ponernos las botas, nuestro morral y emprender el camino sin importar si es largo o corto, algo así le ocurre a Marco Tulio, un guerrero, veterano de las alturas, pocos se han visto a su edad, por encima ya de los 60 años, con tantas ganas de caminar el páramo, con tanta alegría al ponerse su morral, como cuando encuentras el amor a primera vista.

Mientras organizábamos nuestra expedición por los montes andinos, buscando una de las montañas del Parque Los Nevados, el paramillo del Quindío, por cosas del destino el señor Marco se nos unió a nuestra cordada, ya este viaje empezaba a tomar su tinte especial y sobre todo emocional y es que Marco tulio, por primera vez, iba a hacer montañismo acompañado de su hija, Valentina, otra valiente y aguerrida amante a la montaña.

Iniciamos el ascenso por las imponentes palmas de cera en el Valle de Cocora, en el municipio de Salento, un día exigente, pero entre hermosos paisajes y las grandes historias del pasado que nos compartió Marco Tulio, el tiempo se hizo corto hasta llegar a nuestra primera parada, La Argentina, una hermosa finca entre la cordillera.

En nuestro camino arribamos a un escenario simplemente único en la cordillera central de Colombia. Estábamos en las faldas del imponente paramillo del Quindío, una montaña que libera unos colores auténticos que embellecen la alta montaña.

Fue aquí donde las emociones se pusieron a tope, y es que fue ver como el aprendizaje se transmite entre dos generaciones, Padre e hija, pero no es solo el aprendizaje, sino también el amor y el respeto por estos hermosos paisajes y ecosistemas que nos llenan de vida.

Mientras contemplábamos esta montaña, el veterano caminante de los andes Marco Tulio, nos compartió sus momentos que nos llenaron de nostalgia, recuerdos de cuando esta montaña aún conservaba en algunos días un poco de nieve, lo que antes fue el nevado del Quindío. Esto nos trajo al presente, una nueva realidad en donde nuestros glaciales tropicales se encuentran al borde de la extinción.

Finalizamos la expedición después de 5 días entre montañas, campesinos, y mucho aprendizaje, y es que así son nuestras expediciones, disfrutamos, a veces nos sentimos cansados, pero sobre todo es el amor a los andes lo que nos mueve y nos hace vivir cada viaje de manera distinta.

 

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